domingo, 9 de agosto de 2015

Contra el gozo

Nuestra incapacidad para desobedecer nos obliga a ser felices y a creer que sólo el que goza es libre: "Just do it"... ¡y un carajo! Cómo vas a ser feliz si no eres capaz de esperar. La angustia que nos transmite el creer que la falta de felicidad es responsabilidad nuestra hace que nos obliguemos a parecer felices para no avergonzarnos delante de los demás; entonces es cuando hablamos sin tener nada que decir, cuando follamos por follar, y nos comprometemos con cualquier acción que disimule que, en realidad, no tenemos nada que hacer. ¡Dejémonos en paz de una vez! No ser feliz no es vergonzoso; no querer gozar, tampoco. ¿Por qué, entonces, juzgamos como negativo el que alguien no quiera gozar o no aparente ser feliz? Seguimos en la servidumbre y en la incapacidad de construirnos una vida a causa de esta obsesión por vivirla.

“Que me quiten lo bailado”, decimos, ok... ¿acaso nos podrán quitar lo llorado?